POR ÁLVARO SUESCÚN T.
CRÍTICO DE ARTE | BARRANQUILLA, COLOMBIA
Diciembre 18, 2023
En su obra, Tomás Salazar, realiza una conversación consigo mismo, una indagación permanente sobre el desarrollo de las artes de manera que se apropia de los elementos más sustantivos, muros sólidos que le permiten el disfrute creativo a partir de las similitudes, que es muy notorio, y la avances en una propuesta pictórica digna.
Hay en su expresión un catálogo de información básica que sabe adaptar a sus intereses. Los tonos cromáticos de alta intensidad, frecuentes en los símbolos repetitivos azulados, dan orden a un paisaje vibrante, a veces reconocible en la arquitectura medieval, a veces elevado en un alto misticismo que pernocta en una historia inteligente escrita con pinceles, en la que también Un borrón que se entremezcla en sus fondos vibrantes es característico.
La ferviente celebración del ritual cotidiano de la pintura, su enfrentamiento decisivo con lo desconocido del lienzo en blanco, permite avanzar en la consideración de que este intento de alcanzar un alto nombre tiene una meta factible cercana. Insiste en esa tarea con elegante efervescencia. El tiempo, que es poderosamente sabio, tendrá un lugar propicio para tal insistencia.